EL MANUAL UNIVERSITARIO:
UN ESPACIO PARA LA MEDIACIÓN
El género didáctico no es tema de conocimiento general. Todas las personas escolarizadas han tenido contacto con esta forma de expresión, ya sea en las actividades dirigidas por sus docentes o al recurrir a textos y otros materiales de fin educativo. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la tarea de escribirlo, sus características no resultan obvias.
Al elaborar un texto didáctico universitario, hay dificultades que evidencian esa falta de conocimiento explícito del género. Las personas expertas en las disciplinas científicas a veces se muestran recelosas de escribir de una manera que, según ellas, le «baja el nivel» a su discurso. Pero también puede suceder lo contrario: que, en un afán por transmitir el conocimiento sin ofrecerle mayor dificultad al público lego, se pierdan la terminología y la estructura discursiva propias de la disciplina.
La escritura de un manual universitario puede verse como una mediación de conflictos. ¿A cuáles conflictos me refiero? A los que se dan entre el saber común y el saber especializado, entre las aspiraciones de una persona experta en un campo del conocimiento y las necesidades de una población estudiantil heterogénea que precisa formarse en ese campo, entre un proyecto personal de publicación y la demanda social que se concreta en el currículo de una institución educativa. Podemos hablar, en síntesis, de un conflicto entre la competencia académica y la competencia didáctica.
La competencia académica
La producción de un manual universitario tiene como protagonista a la persona experta en la disciplina objeto de estudio. También participa un equipo de especialistas en aspectos relacionados con los contenidos y con otros elementos que coadyuvan a la intención didáctica, como los comunicativos y gráficos. Pero la voz cantante la lleva esa persona que domina los contenidos científicos y que además tiene la intención democratizadora de ponerlos al alcance de un público que se está formando en esa área del conocimiento.
Quien redacta un manual universitario cuenta con una alfabetización académica propia de su especialidad. Cuando habla o escribe desde su saber científico, aplica unas prácticas letradas particulares que ha adquirido a lo largo de su formación universitaria.
La alfabetización académica tiene objetivos que se dirigen tanto a las posibilidades expresivas como a las habilidades de estudio. Procura que la población estudiantil participe en los géneros relacionados con su disciplina. Al mismo tiempo, que desarrolle una forma de trabajar los textos científicos que le permita aprender de ellos durante sus años de formación y seguir haciéndolo durante su vida profesional. No podemos imaginar a una persona graduada de una carrera como Teología o Ingeniería Electrónica, por citar dos ejemplos bien distintos en cuanto a prácticas discursivas, que no comprenda ni sea capaz de producir el tipo de textos de su campo.
¿Cómo se alcanza, a lo largo de una carrera universitaria, esa alfabetización académica? Una práctica usual consiste en la lectura de libros y artículos por donde circula el discurso especializado que son objeto de comentario o explicación durante las lecciones. Otro mecanismo son las denominadas «prácticas en contexto»; aunque no resulte común en nuestro medio, en otras latitudes las instituciones universitarias dedican parte de su currículo a enseñar a leer y escribir ese tipo de textos con que se manifiesta la disciplina en que se está formando la persona.
Esta competencia académica y la alfabetización asociada a ella son los pilares para quien escribe un manual universitario. Aseguran tanto un dominio de los contenidos como el manejo de las formas discursivas que caracterizan determinado saber científico.
La competencia didáctica
Aunque fundamental, la competencia académica no es suficiente para escribir un libro de texto universitario. Es preciso contar además con una competencia didáctica, pues la situación comunicativa es distinta de la que se da al interior de la comunidad científica. El libro de texto circula en el ámbito pedagógico, se dirige a un público lego o semilego y su objetivo consiste en instruirlo en un área del conocimiento.
En este punto, ambas competencias se traslapan y puede producirse un roce entre ellas:
- El manual universitario parte del discurso académico. Esto se observa en la presentación de los contenidos y en el respeto a la práctica letrada de la disciplina.
- Sin embargo, adopta simultáneamente lo que Giovanni Parodi denomina una «organización retórica prototípica». Se acerca de manera planificada a los contenidos retomando, en su discurso, estrategias que emulan prácticas comunes del ejercicio docente en el aula. Algunas de ellas son presentar conceptos, aludir de manera expresa a lo más importante, anticipar posibles dudas, elaborar esquemas, establecer analogías, dar ejemplos cercanos al estudiantado, contar anécdotas que llamen la atención de este, resumir los principales temas, así como plantear ejercicios y resolverlos. Realiza, en ese sentido, una mediación didáctica del conocimiento científico.
¿Por qué eso supondría un conflicto? Porque cuando la persona docente ejecuta esas prácticas en el espacio del aula universitaria, se puede discernir qué rasgos corresponden al texto especializado que se ha leído y cuáles a la participación oral del profesor que quiere hacerlo accesible al grupo de estudiantes. En cambio, cuando esas prácticas se incorporan al discurso académico en un libro de texto, forman una unidad, circunstancia que los hace entrar en competencia.
Es necesario, por lo tanto, buscar un punto medio entre ambas formas discursivas. Se requiere que el discurso académico esté al alcance de un público que aún no es especialista en el tema, por lo cual se incorpora el didáctico. Al mismo tiempo, es preciso que este último no termine borrando la especificidad del lenguaje de la disciplina, tornándolo vago, inexacto y despojándolo de sus rasgos distintivos.
Se deben buscar estrategias que garanticen una conciliación de competencias. Mal haríamos si, en un afán por privilegiar los conocimientos previos y capacidades iniciales del estudiantado, le negáramos la posibilidad de desarrollar las prácticas letradas que le aseguren un desempeño idóneo en su quehacer profesional. Sobre el papel de la mediación didáctica en un manual universitario, soy partidaria del refrán que dice: «Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre».
La riqueza comunicativa como producto
El manual universitario resulta, entonces, de la conciliación entre las competencias académica y didáctica. Si esta negociación tiene éxito, se logra un producto que no es inferior al discurso científico; más bien, es una manera particular de ponerlo al alcance de futuros profesionales, quienes necesitan un andamiaje entre su conocimiento previo y el saber especializado. Cerramos con esta cita de Daniel Cassany acerca de la riqueza asociada al género didáctico: «Cada adaptación de contenido científico a un nuevo contexto no es ninguna traición ni pérdida, sino una nueva forma de mostrar la ciencia, desde una perspectiva nueva, adaptada a los intereses y las necesidades de personas diferentes. Cada reformulación enriquece el contenido original al adoptar nuevos contextos que generan necesidades y dificultades nuevas, que la investigación deberá resolver».
Lecturas recomendadas
«Alfabetización académica diez años después», de Paula Carlino (Revista Mexicana de Investigación Educativa, 2013, vol. 18, núm. 57, pp. 335-381).
«Reflexiones y prácticas didácticas sobre divulgación de la ciencia», de Daniel Cassany (en Lingüística e interdisciplinariedad: Desafíos del nuevo milenio. Ensayos en honor a Marianne Peronard, 2002, pp. 355-374).
«Leer y escribir en la universidad: los géneros científicos», de Daniel Cassany (en Para ser letrados. Voces y miradas sobre la lectura, Paidós Educador, 2009, pp. 109-128).
Saber leer, de Giovanni Parodi (Santillana, 2010).
«El texto académico como género discursivo y su enseñanza en la educación terciaria», de Yanet Fuster Caubet (Palabra Clave, 2016).
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7366/pr.7366.pdf
Imágenes cortesía de Nicolás Murillo (2021).