«PIANISTA», DE MARÍA BLANCHARD
Ella quería pintar flores. Detener su mirada en sus tonos vivos y formas caprichosas para transfigurarlas en el lienzo. Apresar la belleza en un cuadro podía ser un alivio ante el peso de esa otra mirada, la ajena, que unas veces con burla y otras con temor o lástima, se dirigía hacia una constitución física rebelde a los cánones. Pintar flores era el deseo hacia el final de sus días, cuando lo importante asoma la cabeza entre el cúmulo de obligaciones y banalidades que nos han distraído a lo largo de la vida.
En 1919, en su estudio se observa un óleo compuesto de rectángulos, cilindros, triángulos, prismas y formas orgánicas. A través de ellos se adivina el cuerpo de una mujer desde la cabeza hasta la cintura. Sentada de perfil, posa sus manos sobre un objeto compuesto de teclas y colocado en diagonal. La mirada del espectador fluye de la cara al piano o del piano a la cara, donde un ojo hueco lo interpela. Planos yuxtapuestos rompen la perspectiva tradicional. En este ejercicio la pintora experimenta con esa crisis del objeto que marcó los derroteros del cubismo. Para su carrera fue un momento propicio; el cubismo representó una experiencia con matices de epifanía: la del patito feo que, tras repetidos eventos de rechazo, hostilidad e incomprensión, encuentra a los cisnes y se reconoce en ellos.
Nacida en Santander en 1881, María Blanchard empezó sus estudios de arte en Madrid. Una beca hizo posible que se trasladara a París, donde formó parte de un grupo de pintores entre los que estaban Juan Gris, Diego Rivera y Pablo Picasso; allí conoció también a Isabelle Riviére, quien escribió su primera biografía, y fue amiga entrañable de Angelina Beloff. El ambiente artístico de Francia admiró su trabajo; se cuenta que Picasso recomendaba a la gente que comprara los cuadros de Blanchard. Pero su muerte, en 1932, marcó el inicio de un proceso de olvido y de valoraciones que no hacían justicia a su legado. Empecemos por el hecho de que su familia recogió buena parte de sus pinturas para guardarlas. No menos importante fue el papel de la crítica; esta consideró que su obra imitaba la de Juan Gris, con quien la pintora había mantenido una relación de amistad y trabajo muy estrecha. Incluso hubo quienes estamparon la firma de Gris en algunos cuadros de Blanchard; siendo él más conocido, esas mismas pinturas podían venderse a un precio mayor. Afortunadamente, hoy ese proceso de invisibilización tiende a revertirse: desde finales del siglo pasado se suceden los esfuerzos por recuperar la contribución de María Blanchard a la historia del arte, principalmente en su país de origen.
Además, en esta obra está el tema de la corporeidad. La figura de la pianista se materializa en formas que podrían hallarse también en otros sitios, como si nada fuera parte sustancial del mundo que se quiere representar. Los límites se diluyen. El objeto se compone de retazos, de fragmentos que podrían haber formado parte tanto de una cortina como de una prenda de vestir, de una mano lo mismo que de las teclas de un piano. Es como si la persona que se expresa mediante el arte pudiera ir más allá de los límites de su cuerpo y diluirse en el todo que es esa experiencia comunicativa, casi mística, donde lo individual se pierde en la totalidad de elementos de una composición. El artista, al hacerse uno con la ejecución de su obra, encuentra una suerte de felicidad y puede poner entre paréntesis una constitución física que quizá le resulte fatigosa en sí misma, como a Blanchard, o por el paso de los años, cuando ese envoltorio empieza a traicionarnos. El pianista Peter Szendi habla del momento de la interpretación como el de un cuerpo que, al producirse el sonido, trasciende la realidad material, se ficcionaliza... Se vuelve flor, como tal vez quería esta artista. Se transforma en belleza por la capacidad creadora de salir de sí, asomarse al mundo y apropiárselo con unos ojos huecos donde cabe el asombro.
«Pianista» (1919), de María Blanchard.
Recomendaciones
María Blanchard. Como una sombra, de Baltasar Magro (Alianza, 2020).
«María Blanchard. La cubista invisible» (3 de noviembre de 2015), capítulo de La mitad invisible, de RTVE. Disponible en rtve.es/television/20150903/maria-blanchard-cubista-invisible/1008000.shtml
«María Blanchard. Museo Reina Sofía», con María José Salazar. Hoy es Arte. Disponible en youtube.com/watch?v=6vrwG9v-pGA
«Mujeres excepcionales: María Blanchard, pintora» (27 de noviembre de 2015), conferencia a cargo de Pedro Alonso Morajudo. U. P. Carmen de Michelena Tres Cantos. Disponible en universidadpopularc3c.es/index.php/actividades/conferencias/event/2379
«La cotización de las mujeres en el mercado del arte es diez veces menor que la de los varones», por Cristina Pérez. RTVE (2 de agosto de 2014). Disponible en rtve.es/noticias/20140802/cotizacion-mujeres-mercado-del-arte-esta-infravalorada/982943.shtml