domingo, 18 de julio de 2021

DETECTIVES DEL UNIVERSO:

ANALOGÍAS Y TEXTO DIDÁCTICO




Frío, caliente, tibio, otra vez frío... Así se decía en uno de los juegos de infancia de mi generación. Como verán, las posibilidades lúdicas de aquella época eran menos sofisticadas que las actuales. En esos ratos de esparcimiento cuando la chiquillada hacía suyas las calles del barrio, una persona escondía un "tesoro", cualquier bagatela, para que otra lo encontrara; si se acercaba al lugar del escondite, se le decía que estaba "caliente", pero si se distanciaba se iba "enfriando". Un puro ejercicio de aproximarse y alejarse, como se entiende el conocimiento desde ciertos paradigmas científicos. Incluso alguna poesía mística explica en esos términos el conocimiento de la divinidad (Hadewijch de Amberes describe los caprichos del Amor-Dios como "ora ardiente, ora frío", "próximo ahora y luego lejano"), pero ese es otro tema, al que estoy pensando dedicar una entrada. Lo cierto es que me valdré de la idea de la aproximación para hablar aquí del género didáctico.

Uno de los recursos empleados en los libros de texto es la analogía. Mediante esta, se toma como base la información de la ciencia, compuesta por conceptos teóricos abstractos, y se establece un contacto con el lector aludiendo a campos ajenos al que se está tratando, por lo general de su entorno cotidiano. Es un intento de acercar el conocimiento científico y el conocimiento general para que el estudiantado pueda estar cada vez más "caliente", más cerca del escondrijo del primero.



Portada de la edición en español de 1969.


En 1938 Albert Einstein y su alumno Leopold Infeld publicaron La Física. Aventura del pensamiento, un libro que siempre ha llamado mi atención, porque se trata de dos eminentes científicos que escriben, en este caso, para el gran público. Pertenece al género divulgativo, pero los ejemplos pueden sernos de utilidad para ilustrar lo didáctico. En esta obra presentan los fenómenos de su campo de estudio como el "libro de la naturaleza" y, para explicar la forma en que se produce el conocimiento en ese ámbito, lo comparan con una novela de misterio. Esta es la gran analogía, transversal a todo el escrito, que utilizan en sus reflexiones sobre la posibilidad de descifrar el universo físico.



Sherlock Holmes, el detective creado por Sir Arthur Conan Doyle,
en una recreación cinematográfica de 1922.


Los autores toman la novela policial como elemento cercano al público y, por lo tanto, útil para establecer la comparación. En este género literario, un personaje (llámese detective, policía, periodista, abogado o señora entrometida) va examinando diversas pistas hasta resolver un crimen. Los autores empiezan sugiriendo la posibilidad de que esa sea la forma de trabajo en el campo de la física. Veamos lo que dicen: Imaginemos una novela perfecta de aventuras misteriosas. Tal relato presenta todos los datos y pistas esenciales y nos pulsa a descifrar el misterio por nuestra cuenta. Siguiendo la trama cuidadosamente, podremos aclararlo nosotros mismos un momento antes de que el autor nos dé la solución al final de la obra. Sin embargo, las personas que investigan en el campo de la física no actúan con la certeza con que lo harían Sherlock Holmes o Amelia Butterworth al resolver misterios. Quizás Einstein e Infeld hayan querido desterrar de esa manera una equivocación generalizada entre el público lego. Su exposición nos lo aclara de la siguiente forma: ¿Podemos comparar al lector de semejante libro con los hombres de ciencia, quienes generación tras generación continúan buscando soluciones a los misterios del gran libro de la naturaleza? (...) En realidad esta comparación no es válida y tendrá que abandonarse luego. El gran misterio permanece aún sin explicación. Ni siquiera podemos estar seguros de que tenga una solución final. Páginas más adelante, insistirán en ese carácter tentativo del conocimiento de la física comparándolo con una novela donde las claves no encajan del todo y obligan a una relectura: En nuestro gran libro de misterios no existen problemas total y definitivamente resueltos. Al cabo de tres siglos tuvimos que retornar al problema inicial del movimiento y revisar el procedimiento de investigación, descubrir claves que pasaron inadvertidas, adquiriendo así una nueva imagen del universo que nos rodea.



Catherine Louisa Pirkins dio vida
a la detective Loveday Brooke. 

También recurren a la analogía del reloj mecánico. Comparan los intentos de acercarse a la realidad física con el de alguien que trata de descubrir el funcionamiento de un reloj sin tener acceso al mecanismo interno. En el caso de que las novelas de misterio no formen parte de los conocimientos previos del público lector, sí le resultará familiar un reloj mecánico (pensemos en una persona de la década de 1930, cuando se escribió el libro comentado): En nuestro empeño de concebir la realidad (anotan Einstein e Infeld), nos parecemos a alguien que tratara de descubrir el mecanismo invisible de un reloj, del cual ve el movimiento de las agujas, oye el tic-tac, pero no le es posible abrir la caja que lo contiene. Si se trata de una persona ingeniosa e inteligente, podría imaginar un mecanismo que sea capaz de producir todos los efectos observados, pero nunca estará segura de si su imagen es la única que los puede explicar. Jamás podrá compararla con el mecanismo real, y no puede concebir, siquiera, el significado de una comparación que le está vedada.

Mediante ambas analogías, se evidencia el carácter provisorio y perfectible del conocimiento científico. La novela policial cuyo crimen no se puede resolver y el mecanismo interno del reloj que solo se puede adivinar apelan al conocimiento previo de los lectores y sirven para explicar el proceder de la ciencia como algo aproximativo, de construcción permanente, e incluso de retrocesos necesarios.

Las ciencias naturales constituyen un terreno fructífero para explorar las posibilidades del razonamiento analógico. Un ejemplo representativo es el budín con pasas asociado al modelo atómico de Thomson, el cual ilustra que este razonamiento se halla en la base de las explicaciones de la ciencia. La elevada formalización de los modelos científicos produce un alejamiento de la experiencia sensible y del sentido común; por este motivo, se requiere establecer relaciones de comparación son situaciones concretas.

La analogía conecta, finalmente, con el aprendizaje mismo. Una de sus premisas consiste en acercarse al conocimiento previo del estudiantado; por lo tanto, exige que quienes escriben textos didácticos consideren ese saber en la presentación de conceptos que lo requieran por su grado de abstracción o dificultad. De esta forma, se propiciará un aprendizaje significativo al permitir que la población estudiantil incorpore los conceptos nuevos a sus esquemas mentales. En este ejercicio de aproximaciones al conocimiento científico, también es posible encontrar ese "tesoro" que, en este caso, no será ninguna menudencia.

Lecturas recomendadas

La Física. Aventura del pensamiento, de Albert Einstein y Leopold Infeld (Losada, 1969).

"Modelos y analogías en la enseñanza de las ciencias naturales. El concepto de modelo didáctico analógico", de Lydia Galagovsky y Agustín Adúriz-Bravo (Enseñanza de las Ciencias, vol. 19, núm. 2, junio 2021, pp. 231-242).

"Modelos de enseñanza con analogías", de Benigno González, Teodomiro Moreno y José Fernández (Actas de los XIX Encuentros de Didáctica de las Ciencias Experimentales, 13-15 set. 2000, pp. 161-169).

"Consideraciones acerca de la investigación en analogías", de José Fernández González, Benigno Martín González González y Teodomiro Moreno Jiménez (Estudios Fronterizos, vol. 5, núm. 9, enero-junio 2004, pp. 79-105).

Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policiaca, edición de Michael Sims (Siruela, 2017).

Créditos de las imágenes

Imagen de entrada cortesía de Nicolás Murillo Méndez (2021).

Portada de la edición en español de 1969. Editorial Losada (1969).

Sherlock Holmes, el detective creado por Sir Arthur Conan Doyle. Goldwyn Pictures (1922, 13 de mayo). Sherlock Holmes (1922)-8. Recuperado de

https://www.commons.wikimedia.org/wiki/File:Sherlock_Holmes_(1922)_-_8.jpg. Dominio público

Catherine Louisa Pirkins dio vida a la detective Loveday Brooke. Bernard Higham (1893, 1 de febrero). Recuperado de

https://www.commons.wikimedia.org/wiki/File:"Have_You_Seen_This%3F".jpg. Dominio público 


 



  

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