EN RUTA HACIA EL APRENDIZAJE:
CAMINANDO CON EL DUA
En esta entrada retomo dos actividades que realizo a diario: caminar para ejercitarme y editar textos didácticos como forma de ganarme la vida. Tomo ejemplos de ambas para realizar un acercamiento al Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) que no pretendo sea una presentación exhaustiva ni sistemática, pues se trata de una propuesta muy detallada y de la cual existe una gran cantidad de publicaciones académicas.
Imaginemos que salimos a caminar en un barrio de ciudad. Deseamos hacerlo por una calle despejada, en una zona residencial tranquila y segura. Mejor si las flores que dejó perdidas un cortez amarillo tejen una alfombra que colorea el paisaje. Sin embargo, es común que nos encontremos un panorama bien distinto: una calle principal muy concurrida y un camión estacionado en la única parte transitable de la acera. Duele pensar que hay personas a quienes una condición particular de movilidad les impedirá continuar su camino sin ponerse en riesgo.
Lo mismo sucede con el aprendizaje. Las calles por las que transita el conocimiento no son siempre las más amigables. De ello da cuenta el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA). Este enfoque educativo tuvo su origen en el Diseño Universal, procedente de la arquitectura. El Diseño Universal plantea que las edificaciones deben proyectarse para que accedan todas las personas, sin que sus particularidades sensoriales, físicas o de movilidad constituyan un obstáculo.
De igual manera, el DUA propone que las experiencias educativas se diseñen contemplando la posibilidad de que todo el estudiantado acceda a ellas. Un elemento clave para hacer esta previsión consiste en anticipar los obstáculos. Que no se nos atraviese un camión o nos dejen una cáscara resbalosa en el trayecto. Es como caminar a la defensiva, tratando de anticipar si hay un hueco en la acera o si quien conduce ese automóvil, por esquivar un perro, podría no vernos a nosotros.
¿Cuáles elementos se interponen entre una persona específica y el aprendizaje? Habrá obstáculos para el aprendizaje siempre que no consideremos, en el diseño de las experiencias educativas, que las condiciones físicas, sensoriales y cognitivas de la población estudiantil son diversas. Las condiciones físicas son las más fáciles de reconocer; a veces también las sensoriales, y no tanto las cognitivas. Por eso debemos hacer un esfuerzo para tener presentes las múltiples posibilidades de acceso por parte del estudiantado. Para quienes trabajamos con textos didácticos, un tema fundamental es la accesibilidad cognitiva en los procesos de lectura.
Cuando hablamos de solventar obstáculos en el acceso al conocimiento, entra en juego el recurso a la tecnología, como el bastón que apoya la marcha de una señora mayor. En el caso del DUA, nos referimos principalmente a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Por ejemplo, para un estudiante ciego es imposible acceder, de manera autónoma, a un texto impreso con tinta. Entonces puede anticiparse, en el diseño de los materiales didácticos, que tenga a su disposición un libro impreso en braille o, gracias a las nuevas tecnologías, uno en formato digital para utilizar con un lector de pantalla. Esta última previsión resulta funcional incluso para otros grupos, como las personas con vista cansada.
Aquí cabe hacer una advertencia. Las nuevas tecnologías deben utilizarse en una justa medida, considerando tres factores. El primero es la brecha digital; de 1 200 000 personas que conforman, aproximadamente, la población estudiantil de Costa Rica, en la Región Central 67 % se puede conectar a internet en su casa, pero 29 % solo podrá hacerlo desde su celular, mientras que el resto no tiene acceso; el panorama se complica aún más si consideramos los datos de las regiones Huetar Caribe, Huetar Norte y Brunca, donde los porcentajes se distribuyen así: 40 % con internet en su casa, 50 % con acceso solo desde el celular y 10 % sin conexión. Otro criterio es la innecesaria digitalización de todo; Nicholas Carr advierte acerca de la pérdida de facultades, como la orientación espacial, producto de las aplicaciones de tráfico y navegación. Finalmente, debe considerarse que el uso de las nuevas tecnologías no cause un efecto de saturación; Gregorio Luri da este ejemplo: lo poco llamativa que puede resultar una actividad educativa diseñada como un videojuego para un grupo de jóvenes que pasaron toda la noche y parte de la madrugada jugando Fortnite.
Además de la accesibilidad y la tecnología, el DUA se basa en los aportes de las neurociencias. A partir del estudio del sistema nervioso, se concibe el aprendizaje como un entramado de redes cerebrales afectivas, de reconocimiento y estratégicas. Cada una de ellas constituye el eje sobre el cual gira un principio del DUA.
Múltiples formas de implicación
Cuando caminamos para ejercitarnos, podemos tener varios propósitos: bajar de peso, controlar el estrés, ganar condición física... Pero ¿qué pasaría con esos propósitos si nos faltara la motivación para levantarnos por la mañana y salir a hacer la rutina física? Pensemos en una mañana oscura y fría, cuando las condiciones ambientales invitan a quedarse entre las cobijas... O en el panorama de muchas mujeres, a quienes transitar por una vía pública las convierte en objeto de acoso.
De igual manera, las emociones son fundamentales como punto de entrada al conocimiento. De eso trata el principio del DUA que se basa en la participación de las redes cerebrales afectivas. Entre los aspectos muy detallados que plantea este principio, podemos señalar que para aprender necesitamos emociones que nos ayuden, como la confianza en los demás, no el miedo; también la confianza en nosotros mismos, en nuestras propias habilidades para aprender. Es importante minimizar la sensación de inseguridad en todos los ámbitos. Por ejemplo, una redacción confusa en las instrucciones de un ejercicio genera incertidumbre en el estudiantado; al mismo tiempo, lo desmotivará y tendrá que invertir un gran esfuerzo en tareas de bajo nivel, cuando se espera que ejecute funciones de alto nivel cognitivo.
No se debe malinterpretar el papel de las emociones en el diseño de las experiencias educativas. Hacer del camino del conocimiento una especie de parque de atracciones (Gregorio Luri) o convertirlo en un medio de entretenimiento de la clientela estudiantil (Catherine L'Ecuyer) es una ruta errada en la mediación del saber disciplinar. Las emociones intensas pueden influir en la motivación, pero no potencian la memoria semántica, acerca de los significados, solo la memoria episódica, relativa a los acontecimientos. Para promover la motivación, funciona mejor la creencia en la propia eficacia, un elemento relacionado con la autorregulación, que también se contempla en este principio del DUA. Y, si finalmente insistimos en que las emociones deben ser el norte de la propuesta, al menos pensemos en la fórmula que da Mihály Czíkszentmihályi para la felicidad, como un punto de equilibrio entre la habilidad y la dificultad, donde destaca el esfuerzo; en este caso, hablaríamos de un esfuerzo canalizado gracias a una mediación oportuna.
Múltiples formas de representación
Cuando caminamos en vía pública, solemos interpretar con claridad las señales de tránsito. Una nos compete de forma directa: los pasos peatonales. Podemos decodificar el significado del paso de cebra, el semáforo vehicular con la luz roja activada, el semáforo peatonal con la figura moviendo las piernas y hasta el pitido particular que emite. Todos estos elementos nos indican que es nuestro turno para pasar. Pero falta una aclaración adicional, sobre todo si se trata de niños o personas extranjeras: "No cruce hasta haberse asegurado de que todos los vehículos se detienen". Este dato puede salvarnos la vida.
Otro principio del DUA, que se sustenta en el cableado neuronal de las representaciones, contempla no solo el acceso sensorial al conocimiento, sino también la posibilidad de construirlo e interiorizarlo. Entre las múltiples pautas e indicadores que lo conforman, se afirma que para construir el conocimiento es preciso hacer explícitas informaciones que ayudarán a que la comprensión sea completa. Me encanta este ejemplo, que procede de un artículo de Soledad Urbina sobre la enseñanza del español para extranjeros. Si usted es extranjero en Costa Rica y alguien le dice "Un día de estos hagamos algo" o "Un día de estos llegate a mi casa", tenga mucho cuidado. Su conocimiento de la lengua española (léxico, morfología, sintaxis) puede hacer que interprete ambas expresiones como una invitación, pero le falta un dato adicional, procedente de la pragmática: Estos enunciados no son realmente invitaciones, sino fórmulas de cortesía de cierre de una conversación y se usan para "hacerlo(la) sentirse bien", nada más. Este dato quizá no le salve la vida, pero le evitará algún disgusto y protegerá su sentido de la dignidad.
Los códigos asociados al lenguaje que se esté empleando deben aclararse cuando sea necesario, no darse por sobreentendidos. La pregunta reiterativa al producir textos didácticos versa sobre la posibilidad de que el lenguaje utilizado esté siendo lo suficientemente comunicativo. Debemos asegurarnos de que el engranaje simbólico y conceptual esté al alcance de la mayor parte de las personas usuarias, haciendo explícitos tales elementos toda vez que sea necesario.
Si los conceptos quedan claros y resultan significativos como para alojarse en la memoria semántica, estaremos asegurando el aprendizaje. Este proceso requiere que haya conceptos almacenados en la memoria a los cuales pueda recurrir la persona para relacionarlos con aquello que está experimentando. "Así es como aprendemos --apunta Héctor Ruiz Martín--. Vamos formando una red en que estos elementos se van uniendo por relaciones de significado".
Múltiples formas de acción y expresión
La manera como finalmente nos desplacemos por el camino del conocimiento dependerá de varias condiciones. Afectivas, cognitivas, sensoriales. También de las posibilidades que ofrezca el sistema locomotor. Y no debemos olvidar los determinantes socioeconómicos: no da lo mismo ir en auto propio que en nuestros maltrechos autobuses o a pie durante varias horas por la montaña.
Esta es la premisa básica que propone el DUA para diseñar las experiencias educativas. Ya la hemos visto aplicada en las fases del acceso y la interiorización del conocimiento. Ahora bien, ¿podemos obviarla cuando pedimos al estudiantado que demuestre lo aprendido? Pues no. El principio del DUA que se basa en las redes estratégicas propone ofrecer múltiples formas para que el estudiantado actúe y se exprese. Por ejemplo, que pueda comunicar lo aprendido utilizando medios tan diversos como la voz, el texto escrito, el movimiento y las representaciones gráficas.
Cuando diseñamos textos para la educación superior, hay que considerar al menos dos aspectos relacionados con este principio. Uno es la disciplina científica. No es lo mismo, por ejemplo, la expresión del conocimiento en un área como el derecho, donde es vital la argumentación, que en una como el diseño gráfico, donde es prioritario dominar el lenguaje visual. Otro, relacionado con el anterior, es la alfabetización académica. Debe preverse la manera en que se comunica el conocimiento en la disciplina en que se está formando la persona, a fin de que la domine y pueda desenvolverse adecuadamente durante sus estudios y cuando esté en el campo profesional.
En el diseño de las experiencias educativas que proponemos al estudiantado, ¿cuál escenario estamos promoviendo? ¿Lo estamos haciendo transitar por una acera segura o lo estamos arrojando a una calle peligrosa?
Recomendaciones de lectura
"Con o sin pandemia, Costa Rica debe mejorar acceso a Internet en escuelas y colegios" (Semanario Universidad, 19 de abril de 2022). https://www.ucr.ac.cr/noticias/2022/04/19/con-o-sin-pandemia-costa-rica-debe-mejorar-acceso-a-internet-en-escuelas-y-colegios-html
Atrapados. Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas, de Nicholas Carr (Taurus, 2014).
La escuela no es un parque de atracciones. Una defensa del conocimiento poderoso, de Gregorio Luri (Ariel, 2022).
Educar en el asombro. ¿Cómo educar en un mundo frenético e hiperexigente?, de Catherine L'Ecuyer (Plataforma, 2012).
Fluir (Flow). Una psicología de la felicidad, de Mihály Csíkszentmihályi (Kairós, 1996).
"Análisis pragmático de dos expresiones de cortesía del español de Costa Rica y su adquisición por parte de estudiantes de Español como Segunda Lengua", de María Soledad Urbina Vargas (Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, volumen 30, número 2, 2004).
"Técnicas de aprendizaje según la ciencia. Héctor Ruiz, neurobiólogo" (video en Aprendemos Juntos 2030, https://www.youtube.com/watch?v=noNv_rTwwNW).